sábado, 9 de junio de 2012

Ponemos precio a casi todos


Nos pasamos la vida esperando que ocurra un milagro. Que suceda algo que lo cambie todo para siempre. Que borre en un instante eso que nos hace dudar, que nos hace titubear ante una situación. Ya lo dije en su día, somos demasiado vulnerables. 

Nos venden ese milagro que lo cambiaría todo como una única opción y nosotros lo pagamos con creces. Nos hipotecamos con cualquier cosa, con banalidades. Ponemos precio a casi todo, a casi todos. Y luego lo arreglamos con el autoconsuelo, con la salvación y con el perdón. Nos estamos hipotecando cuando nos dejamos llevar por el peso social, por las modas, por el consumo, por el qué dirán. Nos estamos hipotecando porque hacemos esas cosas por un fin, sin importar el medio. Y ese fin nunca justifica los medios. Pero no lo queremos ver, porque somos demasiado vulnerables, tanto como para pensar que si no nos hacemos preguntas, si no nos cuestionamos por qué las cosas son así, seremos más felices. Eso que dicen que la ignorancia hace más felices a las personas es la mentira más comercial. Te hace más susceptible, te hace más moldeable, te une al grupo de borreguitos que hace que tenga la imperiosa necesidad de tener un líder o un Dios ahí arriba porque son incapaces de tomar decisiones por sí mismos, son incapaces de vivir reconociendo como suyas las culpas y los fracasos. Necesitan vivir con la seguridad de que hay alguien superior a quién aferrarse.

Hacerse preguntas es el motor que mueve y cambia el mundo. Pero a eso no te enseñan en el colegio. Porque si te lo enseñaran entonces tendrías la capacidad de pensar por ti mismo, de cambiar las cosas, de ser único y eso se cataloga de revolucionario y antisistema.
Y así, pasan la vida esperando que ocurra el milagro. El milagro que les haga ser más felices, mejores personas, que justifique sus medios. El milagro que les niegue que todo esto es verdad. El milagro que les demuestre que no son unos borregos detrás de un pastor inepto o inventado por los débiles para salvarse.

El inicio del gran problema, de los grandes problemas está en la educación que recibimos, en la educación escolar que empieza en infantil y que te va negando poco a poco la capacidad de hacerte preguntas y de pensar diferente. Porque las cosas son así y punto. Porque no te puedes salir de las líneas al colorear un dibujo. ¿Por qué no? ¿Por qué está mal? Y esa es la gran paradoja de nuestra sociedad.
Y añado un párrafo de la novela de Roberto Iniesta: “Esa mayoría con un cielo a medida, construido especialmente para ellos, y un infierno para sus enemigos y para los que piensan de diferente modo.”

No hay comentarios:

Publicar un comentario