viernes, 13 de diciembre de 2013

Hoy va a amanecer bonito.

Hay días que se visten con el corazón gritando.

Mañanas que saben a sol y a desayunos en la cama.

Mediodías que (des)colocan con el olor a hierbabuena y a pasión.

Tardes que encienden la llama del atardecer con cada chispa de la guitarra que arde mientras la toca con manos de poeta.

Noches que se reinventan al calor de un beso y hacen que se dibujen en el cielo miles de estrellas, una por cada uno de sus lunares, en honor a un amor que no se gasta, que no caduca por mucho que use.

Amaneceres que se despiertan al clamor de un libro, de una taza de café y del frío que entra por la ventana cuando insiste en darle los buenos días al Sol recitándole poemas de Sabines.

Días así es cuando se pueden mover las fronteras a horizontes más lejanos para que nunca tengamos que detenernos ante nada.




Y si nos despertamos nublados, pintaremos de rojo los sueños, que este mar aun no se ha cansado de oleajes, que estos días de amor y lluvia aún no se han quemado en la hoguera por herejes.



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