miércoles, 7 de marzo de 2012

Que lo que vales tú, no lo valga nadie nunca

Se ha ido.
Se ha largado para llevarse las dudas y que vivas sin espejos de indecisión, para que no te arropes con las sábanas de la decepción al no encontrar su olor.
Vale, vete, pero nunca cambies, que ni siquiera las expectativas más altas se merecen eso. Que lo que tú vales, no lo valga nadie nunca, no les des ese privilegio.
Bueno, si te quieres ir hazlo por la puerta grande para que todos puedan ver a quién se están perdiendo, a quién dejaron escapar.
Sigue con su cine y con su música, a ellos sí que se los lleva, no los deja tirados, puede que valgan más qué tu. O al menos él sí te puso precio.

Se ha ido. Se ha escapado.
Desde el mundanal ruido hasta vetetúasaberdónde.
La gente le puede ver todavía por las calles o por los bares a los que solíamos ir, pero solo ven su cuerpo. Su mente ya no está.
Ya no escribe igual, seguro que hasta su tono de voz ha cambiado y cómo me gustaría saberlo.

Se ha ido. Se ha escapado. Se ha marchado.
Supongo que le cansaban las rutinas de su vida, las chicas que conocía y las cervezas de siempre.
Espera, aún puedo mirarte en fotos y en ninguna sales sonriendo. ¿Por qué no me habías dicho nada? ¿Y por qué me lo dijiste todo con ese “ya es tarde”?
¿Por qué me hablabas en pasado? Mi fuga estaba premeditada, era inminente, pero la tuya no. Si me hablabas en pasado y pensabas en futuro. ¿Cómo quieres que te crea?

Se ha ido. Se ha escapado. Se ha marchado. ¿Volverá?
No me cansaré de preguntártelo, de preguntármelo. Aunque me esté dando razones para justificarte.
La sinrazón, el mundo y yo te estaremos esperando. Pero recuerda: allá donde estés, no cambies nunca. Que todos te recuerden por la forma en la que pasaste por la ciudad. Que nadie sepa nunca por qué no consiguen olvidar tu huella. Que es lo más grande, corazón.

Te escribo en ese breve espacio que abarca desde el nunca hasta el siempre.

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