sábado, 22 de diciembre de 2012

Una intromisión. Gente que pretende comerse el mundo sin engordar ni un solo gramo.


Hablarán de la cantidad de cosas que nunca podré hacer, como método para ensalzar las que sí que lograré.

Hablarán horrorizados de la cantidad de muertes diarias que se producen en el mundo, pero no discutirán sobre cuál es el remedio para evitarlo.

Hablarán de que leen muchos libros pero no de que leen varios periódicos para saber qué movidas hay fuera.

Hablarán de lo vagos que son los perroflautas, pero no de que hayan conocido a alguno y sepan que hay detrás.

Nos contarán tantas mentiras que no sabremos cómo empezar a cambiar las cosas.

Dirán que creer en Dios nos salvará del pecado eterno, pero no hablarán de la libertad que supone vivir sin tener que complacer a un Dios que nunca nadie vio.

Dirán que estudiar en la universidad es bueno para crecer, pero no te dirán que les cuentes que aprendes para que crezcan ellos también.

Hablarán sobre lo que saben y sobre lo que desconocen, sin filtro, sin frenos.
Opinarán sobre su posición ante un conflicto pero no te dirán que les cuentes qué opinas tú para intentar entenderte.

Hablarán sobre su vida ninguneando tus problemas para alimentar sus egos culpables y victimistas y no sentirse así tan mediocres.  

Hablarán sobre la muerte y que quieren hacer cuando esto pase… Ah no, no, de esto no se habla, perdónenme.

Dirán que las tradiciones son buenas, que son cultura, pero si les preguntas qué es la cultura igual no saben ni responder.

Hablarán a tus espaldas, criticarán a tu paso pero el pasotismo se lo lleva todo por delante.

Dirán siempre que tienen mucho que estudiar y quizás deberían plantearse si decir aprender, que suena más bonito.

Hablarán de todo y más, llevándose por delante todo lo que encuentren a su paso. Son el tsunami de las telecomunicaciones y los labios saltones dispuestos a comerse el mundo pero eso sí, sin engordar ni un solo gramo.

Estudiar, eso sí, para aprobar.

Leer, eso sí, lo que escriben tus colega ni lo mires.

Creer, eso sí, sin cuestionarse.

Y me tiraría horas intentando hablar de todo lo que hablan esos cuerpos a los que no pondré nombre. Qué yo también se hablar. También se contradecirme.

Que los mediocres nunca destacan, aunque me sirvieran de inspiración.

Y joder, ahora que lo pienso… También hay musas malas y de eso no me había dado cuenta. Sacar tajada de ello igual también es útil. 



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