martes, 18 de diciembre de 2012

Y se hizo la palabra de la cordura pese a todas las cosas


Nunca habrá luna de miel, ni boda feliz, ni un anillo de diamantes, ni invitados esperando dentro de la iglesia, no habrá un futuro marido perfecto con el que compartas sonrisas cómplices antes de dar el gran paso.  No tendremos flores, ni velas, ni vestidos preciosos. Probablemente no disfrutemos de ningún año de casados, ni al cabo de los años haya niños correteando por la casa. Nunca nos unirá una hipoteca, no habrá besos al volver del trabajo, no habrá noche de bodas, no habrá discusiones de pareja, ni crisis matrimoniales por la convivencia.

Sólo habrá un silencio atroz cuando cada uno llegue a casa, los mismos platos que dejaste sin fregar seguirán en su sitio, el sofá estará libre, el hueco de la cama tal como lo colocaste, ¿La música? Cada uno con sus cascos, mis libros en mi pequeña biblioteca, los tuyos metidos en cajas, el olor de la casa siempre será el mismo, el que te acompaña a la calle y el que vuelve fiel contigo. Tal vez el olor sea lo más fiel que encontremos en esta historia. Cuando tú entres por tu puerta y yo entre por la mía. Cada uno en su casa, con toda la vida y la distancia de por medio. Cuando ya no quede nada que nos una, nada a lo que podamos echarle la culpa de habernos juntado. Nada.

No dudo que seamos felices cada uno en lo suyo, éxito profesional, muchos amigos, una buena relación con la familia… Incluso una pareja que nos de la estabilidad que nosotros siempre nos quitamos. Aunque nada de todo eso, por muy felices que seamos,  podrá nunca sustituir la falta de tu cariño.

No hay comentarios:

Publicar un comentario