domingo, 27 de noviembre de 2011

De la única forma que sé.


Supongo que a veces cuesta deleitarse con una neblina de versos y de prosa grabados a pluma sobre una hoja de papel en blanco, que requiere la más mínima certeza de poder leerlos sin encontrarse apesadumbrados por una puesta en marcha de miles de neuronas que se disponen a volar por un mundo que se escapa de las realidades y con su consecuente lluvia de ideas y de versos que resbalan por una cabeza, unos ojos y una vida que hasta entonces habías llamado tuya. Sin embargo, a veces sucede que unas palabras martillean más que otras y a partir de ese momento ya no se sabe cómo continuar evitando pensar que has leído las líneas de una hoja en blanco que marcarán un nuevo camino a partir de ahora. 

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