Tengo que convencerme. Tengo que hacer una mirada
introspectiva y convencerme de que soy así porque vosotros me habéis enseñado a
serlo. Cuando haga esa mirada hacia mi misma voy a coger con estas manitas todo
lo que no me gusta, todos los que no me gustan y lo voy a tirar a la basura:
orgánico, vidrio y papel. Voy a despojarme de aquello que me da dolor de
cabeza, que me cabrea, que me resbala y lo voy a hacer convenciéndome de que es
lo mejor. Voy echar la vista atrás y voy a poner un asterisco encima de las
personas que no estuvieron cuando las necesité, no como catalogación sino como
señal para no repetir mis errores, para no repetirles.
Voy a quedarme parada un segundo y voy a pensar si lo que
como es lo más sano, si lo que visto o desvisto está bien visto, voy a poner en referéndum personal si con quién
me divierto, me aburro, me acuesto o me da buena conversación es aceptado por
la mayoría. Y no es por llevar la contraria.
Tengo que ser intransigente. Inconformista. Fugaz. Activa.
Rebelde como cuando gritaba en el Amarillo. Tengo que seguir siendo Amarilla (de
corazón). Tengo que llenar mi vaso pero no medio lleno, entero, hasta que
rebose, salga el agua y se formen en mis manos las cascadas de Erawan. Tengo
que ir a Tailandia... Pero cuando ya me hayáis llamado egoísta unas cien veces.
Voy a madurar. Voy a dejar de ser optimista. Voy a dejar de
creer que lo que busco es posible. No voy a hacer críticas a todo lo habido y
por haber. Voy a dejar que sigáis diciendo que soy rara.
Voy a tener que callarme que estoy en contra de la tauromaquia,
de la religión, de los políticos. Qué no apruebo la homofobia, ni el racismo,
ni ningún tipo de machismo. Qué no me gusta la televisión, ni el fútbol y no
soporto el autoconsuelo. Qué estoy a favor del aborto, de los matrimonios
homosexuales y de la libertad de expresión.
Voy a tener que callarme tantas cosas que al final pensaréis
que soy normal y tendréis que empezar a criticarme por lo que no soy.
Es una pena porque saben lo que pienso, pero no saben por qué lo pienso. Y empezaría a cambiar ya mismo, pero justo ahora me pilláis casi de camino al Viña Rock... Y ya si eso lo hablamos otro día.
"Qué inmoralidad, qué blasfemia".
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