domingo, 11 de diciembre de 2011

Al mundo, sin pretensiones

Los tabús son inservibles, agonizan a la humanidad en una mentira como es pensar que si hablamos de ellos les perderemos el respeto. Sexo, drogas, sida, cáncer, soledad, miedo. ¿Por qué poca gente habla de sus miedos? Valentía, fuera prejuicios y sesgos.
Y hablando de tabús...


Cuando caes enfermo no te brindan un manual de instrucciones acerca de cómo actuar cuando la situación se descontrola, todos miran con pena, con una lástima que deja entrever ese odio de los que piensas que “tú te lo has buscado”. Cómo si pudieran elegir estar enfermos o sanos, cómo gente lujuriosa, promiscua, drogadictos o prostitutas. La gente cataloga como si poniéndote una etiqueta te fueran a salvar del delirio, o mejor dicho, salvarse ellos del delirio que tú llevas en procesión por dentro. Porque lo peor de caer enfermo no es el estado físico, sino la enfermad que tiene que sufrir el alma, que no se trata con pastillas o vacunas, que no se cura con quimioterapia o anticonceptivos.
Porque las enfermedades crónicas son, en general, una realidad a la que intentamos ocultar la cara, una situación que sufre de sordera, nadie escucha, nadie siente, y mientras ellas se cobran vidas a su antojo. Como si fuera algo que no nos va a suceder a nosotros, porque no somos ni promiscuos, ni drogadictos ni prostitutas. Porque utilizamos anticonceptivos sólo pensando en el niño que puede crecer en nuestras entrañas, pensando que arruinará la vida de aquel que lo porte. Sin embargo, hay algo peor. Eso que crece también en nuestras entrañas que se llama sida, gonorrea o sífilis. Que nadie valora, nadie piensa. Y la gente cree que por no pensar en ella, no caerán enfermos. La enfermedad del alma que se llama incultura, mente aplastada, impasible; que se venden a la sociedad llena de tabús de la que hablaba al principio, a las modas, a la música comercial, a las operaciones de estéticas y a un estilo de vida puramente físico, tan superficial, que nunca se han mirado al espejo sin ver más allá de una cara bonita. 



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