miércoles, 28 de diciembre de 2011

Nunca te olvides de recoger tu ego del suelo

Se escapan de sus labios una historia llamada a fracasar de antemano, una vida frustrada y un amor perfecto. Ella les pidió a la historia, a la vida y al amor que aflojaran el ritmo, que se iban a caer de bruces contra el suelo, la historia podría terminar, la vida morirse y el amor olvidarse.

En los oídos se escondían sus amigos, a los que solo valoraba cuando echaba de más y a los que recriminaba su falta de atención y su cabeza llena de tabúes. Se los olvidó ahí, a la derecha y a la izquierda de la cabeza mientras jugaban a los escondidos y no llegó a echarlos de menos jamás.

De sus ojos asoman tímidos los problemas, los folios en blanco y la impotencia. Mezcla fatal con su lado más cobarde. Son quienes se encargan de empujarla para que caiga al suelo, para que así su historia, su vida y su amor se hagan añicos.

De su pelo cuelgan felices todos los miembros de su familia, haciéndola daño sin querer, agobiándola y maltratando física y psicológicamente su querido carpe diem. Hacen que pierda los nervios y los estribos que no consiguen movilizar ni su amor, ni sus amigos. Bueno, miento, sí que lo hacen, pero es más jodido de reconocer.

En su ombligo se guardan bajo llave sus proyectos, sus ilusiones y sus sueños, bien cuidados y mimados, son suaves y provocan paz. Huelen a incienso oriental y suenan a Russian Red (más o menos).

Por sus piernas trepan la motivación y la autoestima, las ganas de subirse a la cima de todos sus momentos y la sonrisa con la que enfrentarse a un nuevo día. (Aunque ahora, esta última anda un poco acatarrada y no sale mucho a que la de el sol).
En sus manos está la inspiración. Su amada prosa. En cada uno de sus dedos y guiados éstos por las falanges se encuentra la esencia de cada palabra, cada verso. Su sosiego interior.

Pero ella entera es un conjunto de promesas que no va a cumplir.

Prometió que la historia no fracasaría, que su vida tendría sentido y que su amor estaría loco…  Y ya ves como empieza el texto.
El texto empieza poniendo las intenciones sobre la mesa, barajando las opciones y comenzando a jugar esta partida entre colegas. Pero entonces ella se detiene un segundo, cierra los ojos y no puede evitar pensar:

¿Y tú, en qué parte de mi cuerpo estás?


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